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ALGUNOS CEDEÑO
Por Rubén Cedeño
Buenos Aires
21 de Mayo del 2012
Me gustaría poder escribir abundantemente sobre “Los Cedeño”, la familia en la que me tocó nacer por parte de padre, pero carezco de información para hacerlo y estos pocos apuntes incompletos los escribo a petición de algunos Cedeño que me lo han solicitado. Solo expondré aquí escasos datos de muy pocos miembros de esta familia, apenas los más cercanos que se han destacado en el arte.
MI ABUELO LEONCIO CEDEÑO
Mi abuelo Leoncio Cedeño contrajo primeras nupcias con Belén Herrá, en Caracas, en 1915. De este matrimonio nacieron Isabel, Rafael, Carmen Amalia y Rubén Cedeño. Mi padre y mi tía Isabel fueron los únicos que llegaron a edad adulta. Mi abuelo Leoncio, como artista plástico, pintó e hizo significativas restauraciones en importantes iglesias de Caracas; entre estas obras se cuentan el “Santo Cristo de la Humildad y Paciencia”, en el retablo barroco del altar mayor del siglo XVIII, de la “Capilla de las Llagas”, que se encuentra en la legendaria iglesia de “San Francisco”, en Caracas, donde a Simón Bolívar se le concedió el título de “El Libertador”.
Leoncio era sumamente conocido en Venezuela como cantante de óperas y zarzuelas. Mi abuelo Leoncio tenía un hermano llamado Andrés, también aplicado al arte, con quien pintaba y restauraba iglesias. Era tanto el arte que desplegaban que, en una época, cuando estaban solteros, viviendo en una casa alquilada, habían pintado todas las paredes de arriba a abajo con frescos renacentistas y barrocos, como si fuese una pequeña Capilla Sixtina. Un día, el dueño fue a cobrarles la mensualidad, que era muy módica, y al ver semejante portento de casa, les pidió que la desocuparan de inmediato, con la ambición de poder alquilarla mucho más cara debido al valor artístico que atesoraba. Leoncio y Andrés, percatándose del aprovechamiento indebido que este usurero quería hacer de ellos, sí, le desocuparon la casa, pero se la entregaron pintada de blanco de arriba abajo, como la habían recibido.
Leoncio salió de gira hacia Puerto Rico en el vapor “Horacio”, con la Compañía de Zarzuelas Saavedra en marzo de 1927. En el barco donde viajaba entabló una relación sentimental con Lola Gabidia; al llegar a New York, contrajo segundas nupcias con ella, se estableció hasta su muerte en esta ciudad y generó una extensa familia estadounidense que hoy en día está expandida por decenas de estados de la Unión. Entre sus hijos estadounidenses se cuentan mis tíos Lina, Linda, Rubén y Leo.
Durante sus primeros días en New York, Leoncio hacía réplicas de grandes cuadros sobre platos y tazas que vendía con gran éxito, como “buhonero distinguido”, en Coney Island, concurrido y famoso parque de diversiones de aparatos mecánicos.
Leoncio pintó la Iglesia de la Virgen de Guadalupe de New York y restauró los frescos del Hotel Waldorff Astoria, que por cierto, era donde solía hospedarse durante grandes temporadas Conny Méndez cuando vivía en esta ciudad.
Leoncio Cedeño volvió a Caracas en 1951 al matrimonio de mi papá Rubén con mi mamá Nora, y se hospedó en el Hotel Majestic. Este regreso causó sensación en los círculos plásticos y líricos de la Caracas de entonces. Retornó a Caracas en el año 1960, por una larga temporada, donde lo conocí y quedé cautivado por su personalidad envolvente, gran elocuencia y hablar reposado, excelentísima dicción e insondable cultura. Al igual que su amigo, Manuel Cabré, se dedicó a pintar el Ávila, pinturas que se llevó a los Estados Unidos. En el año 1970, lo fui a visitar en New York. Para esa época, él era asiduo practicante de Zen Buddhismo y realizaba dificilísimas prácticas y ejercicios de Hatha Yoga, asunto que afianzaba más su personalidad apacible, sabia, reflexiva y digna. Afirmaba, que por la venas de los Cedeño corre sangre real. Que son originarios de Alicante, emparentados con el Rey Fernando VII, que teniendo una deuda con los ancestrales Cedeño, la pagó con tierras en América y así es como llegaron a Venezuela. Incluso, uno de ellos luchó en la Batalla de Carabobo, que le dio la Independencia a Venezuela, y su descendencia se estableció en las inmediaciones de donde se libró esta memorable batalla, donde todavía conviven algunos de sus descendientes.
Leoncio, a edad adulta, pasaba largas horas en el “Metropolitan Museum” de New York y en otros museos de la ciudad, y con un permiso especial, hacía réplicas de las pinturas de los grandes artistas de las historia del Arte
Como algo digno de mencionar, en cuanto a la personalidad de Leoncio, era un hombre de muy buen gusto y extrema elegancia para vestir, le encantaba usar el gris perla en trajes y sombreros, tenía un gran porte al andar. A pesar de los años viviendo en Norteamérica, nunca perdió su criollismo y acento venezolano. Cuando se enfadaba, en medio del idioma inglés, sacaba todo el repertorio de malas palabras venezolanas. Esto fue notorio hasta tal punto, que mis tíos y primos gringos, quienes no hablan castellano, saben y dicen todas las groserías venezolanas, sin acento estadounidense, como si provinieran de cualquier barrio caraqueño.
Leoncio Cedeño desencarnó en California en 1996, a los 104 años de edad, edad a la que llegó lúcido y con sus facultades artísticas y espirituales. Fue enterrado en el cementerio de El Segundo, dejando una hermosa estela de Bellas Artes, cultura y una familia artística.
GENERAL EMILIO ARÉVALO
Entre mis ancestros cuento con mi tío abuelo, el General Emilio Arévalo Cedeño, un personaje político muy renombrado para su época que llegó a ser presidente del Estado Guárico, lo que hoy en día sería un gobernador. Su oposición a sistemas dictatoriales de la Venezuela de entonces los llevaron a conspirar con el gobierno y, por un tiempo, vivir huyendo con el renombrado Maisanta. Mi tía Carmen, junto con una prima llamada María Castillo, cuando se encontraban en la casa de Sarria, en algún momento me mandaban a jugar para que no oyera la conversación, pero recuerdo a espiadillas que hablaban refiriéndose a él como “El Bandolero”.
MI TÍA ABUELA, CARMEN CEDEÑO
Mi abuelo Leoncio tenía una hermana llamada Carmen Cedeño; había que conocerla por lo particular que era. Vivía en una vieja casona de largo corredor y muchas habitaciones en Sarria. Durante mi niñez la visitaba frecuentemente, me encantaba ir allá muchísimo. Ella tenía un encanto y una manera muy particular de hablar el castellano, muy pausado y amanerado, con acotaciones culturales muy refinadas y oportunas en cada conversación; se aprendía mucho con ella. Además, hablando, siempre entonaba fragmentos de óperas o de zarzuelas, según la conversación lo ameritaba. Recuerdo que mientras conversaba, se iba enrollando el vestido sobre las piernas, dejándolas al descubierto, y me decían que era una costumbre de familia. Cuando visité a mi abuelo Leoncio, en New York, mientras conversaba conmigo, se fue enrollando ambas perneras del pantalón hasta dejar su piernas completamente desnudas.
Curiosamente, mi tía-abuela Carmen amamantó a mi mamá, Nora, que para la época ni conocía ni tenía nada que ver con los Cedeño. De allí que los descendientes de mi tía-abuela Carmen seamos doblemente primos. Mi tía Carmen era madre de dos cantantes, uno popular y torero, que era Charlie, y el otro académico y operático, que era Jorge Cedeño.
MI PRIMO CHARLIE CEDEÑO
Charlie Cedeño era un reconocido torero venezolano, pero se fue a vivir muy joven a los Estados Unidos apadrinado por mi abuelo Leoncio. Al llegar allá, se casó con una de mis tías gringas, hija de Leoncio, y de allí que sus hijas pasaron a ser triples primas nuestras. Carlos Cedeño fue veterano de la guerra de Corea y famoso cantante popular, con más de 250 conciertos en los mejores escenarios de New York, y con tres discos de oro.
JORGE CEDEÑO

Recuerdo, cuando fui a ver a mi primo Jorge Cedeño, en el Teatro Municipal, cantando “Tosca” con la soprano Flor García, dirigidos por Primo Casale. Fue la primera ópera que vi representada en un escenario; tendría unos siete años. Más adelante, durante el gobierno del Presidente Rafael Caldera, Jorge fue prefecto de Caracas, y luego, director de la Escuela de Música Padre Sojo, donde era muy querido por sus excelentes clases de foniatría. Tengo muy presente que una vez vocalizamos juntos y quedamos de acuerdo para hacer el dúo de tenor y barítono de la ópera “Don Carlo”, de Verdi, sueño que, lamentablemente, nunca se realizó.
MIS PADRES, RUBÉN Y NORA


EDUARDO CEDEÑO
El tenor de la casa siempre fue mi hermano Eduardo, un año menor que yo. En cuanto al canto, era un niño prodigio. A los cuatro años, cantaba en perfecto italiano, de memoria y sin equivocarse, las arias: “Vesti la Guibba ”, de la ópera “Payasos” de Leoncavallo; “Recóndita Armonía” y “E Lucevan le stelle”, de “Tosca”. Adonde íbamos, Eduardito tenía que cantar.
A Eduardo le enseñó a cantar mi papá. Eduardo comenzó a estudiar violín y demás materias musicales junto conmigo, en la Escuela de Música Juan Manuel Olivares. Por muchos años cantó en la Schola Cantorum de Caracas y formó parte del legendario grupo que, en 1974, ganó el Premio Guido D’Arezzo. Tácitamente, la sangre estadounidense de la familia hizo que él terminara residenciándose en Indianápolis y allí recibió la Licenciatura y Master en Música, en la Universidad de Buttler, en Indianápolis. Ejerce como violinista y cantante de ópera. Por una corta estadía regresó a Venezuela como Director de la Orquesta Nacional Juvenil de Mérida; luego regresó a EE. UU., para asumir como Director de la Orquesta Sinfónica de Cornelius, de Carolina del Norte y de Cannon. También ha cantado el repertorio operístico y de oratorios de los grandes tenores en múltiples teatros de los Estados Unidos de Norteamérica y algunas ciudades de Europa.
MI PRIMO EUGENIO MONTIJO

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El Dr. Agüita Pionero de la Homeopatía en Venezuela
(Bisabuelo de Rubén Cedeño)
En tiempos de la República en 1885 Venezuela se organizaba para salir del caos, durante la época independentista, en la cual las condiciones sanitarias eran precarias, eran tiempos de epidemias y a veces, eran inútiles los esfuerzos de los médicos en aquellos momentos.
Cuando todo parecía imposible, sorpresivamente aparece un Doctor que proponía el uso de unas “misteriosas” pastillitas, que ayudaban a disolver las epidemias incurables de la época y otorgaban gran esperanza y una pronta recuperación a los enfermos. Se trataba del Doctor Manuel Porras (1820-1868), que trajo la Medicina Homeopática a Venezuela, él sirvió como médico y cirujano en el ejército del General José Antonio Páez.
En Venezuela fue el Dr. Manuel Porras, hacia 1850, quien primero ejerció la Medicina Homeopática. El 8 de Julio de 1880, el Conde Fernando de La Ville inaugura en nuestro país la Primera Escuela Homeopática. El 22 de Enero de 1881, por Decreto emanado del entonces Presidente de la República, Dr. Antonio Guzmán Blanco, se autorizó el ejercicio de la Medicina Homeopática en Venezuela.
El 6 de Febrero del 2001, por Disposición del Presidente de la República, en Resolución publicada en Gaceta Oficial N° 37.135, el Ministerio de Salud y Desarrollo Social crea la Comisión Nacional de Terapias Complementarias, con carácter permanente, cuyo objetivo sería asesorar al Ministerio de Salud y Desarrollo Social en el análisis, revisión, elaboración de normas, implementación y evaluación en el área de las llamadas Terapias Complementarias, así como la regulación y vigilancia de la buena pro, la enseñanza y la investigación en ese campo. … se describe el nuevo modelo de Atención Integral de Salud que incluye las Terapias Complementarias (Homeopatía, Acupuntura, Fitoterapia, Terapia Neural, Medicina Ayurvédica, Medicina Natural, Medicina Manual, etc) . Por todo ello, y luego de tanto esfuerzo en validar la Homeopatía - hoy podemos decir, a viva voz:
¡En Venezuela se ejercen legalmente las Terapias Complementarias!
….“El tratamiento homeopático se realiza a través de la energía que aporta el medicamento: “Un medicamento de acción homeopática es una forma de entrada o input a la compleja red vibracional del ser humano que llamamos aura, energía vital o bioplasma, y que debemos armonizar para restablecer la salud. No hay enfermedades, sino enfermos. Por eso decimos que la acción de la Homeopatía es holística o integral, es decir, el tratamiento vá dirigido no sólo al nivel físico, sino a lo psicológico y energético, y su interacción con lo social”. En Venezuela existe tanto la Homeopatía Clásica, y la Homeopatía Electrónica en Venezuela (ya de carácter internacional)”….
Por: Lidia De Sousa
Bibliografia consultada:
- LITERATURA PEDIATRICA VENEZOLANA - Periodismo pediátrico - Producción bibliográfica por autores en publicaciones periódicas 1857-1888
- http://www.medbioenergetica.com.ar
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Rubén Cedeño junto a sus padres Abad Rubén Cedeño Herrá y Nora Belen Vasquez de Cedeño